viernes, 3 de enero de 2014

Sobre la falta de equilibrio y los descuidos.

La revista Letras en Vena ha reseñado el libro Isolagnosis, en concreto la poetisa Deborah Antón.

Parece que en general no  le ha gustado mucho, pero algunas cosas sí, o al revés, no sé bien. Y también señala algunas erratas (plagado de) y algunas faltas de ortografía (yo detecté una terrible, de hecho quisiera hacer una entrada del blog exponiéndolas página a página) y sí, la verdad es es bastante vergonzoso para mí y decepcionante de mí mismo. Pero bueno, creo que Deborah Antón ha sido la primera persona que lo ha leído haciendo un esfuerzo por comprenderlo y ha escrito un texto ofreciendo su opinión. Espero que lo haya disfrutado, también, en algún momento.

Voy a cortar y pegar el texto (el original podéis verlo aquí).

Dice Deborah Antón:

La repetición forma parte de nuestro estrecho mundo: todo se encuentra entrelazado. Resulta difícil descomponer la realidad, separar unas partículas de otras, unos átomos de otros átomos. Como bien dice Ignacio Gutiérrez, “Un puñado de tierra siempre es lo mismo / aunque sus granos nunca estén / dispuestos en el mismo orden / (…) / El futuro y el pasado cambian cada segundo / pero igual, el puñado de tierra siempre es tierra”.

Con Isolagnosis, primer poemario publicado de Ignacio Gutiérrez, el autor nos hace partícipes de su propia amalgama, de su visión. La que escribe estas líneas venía dispuesta a declarar que, quizás por este motivo, y a pesar de que la obra consigue en algunas ocasiones alcanzar las cotas de sugerencia y de sutileza que creemos deseables en , en muchas otras ocasiones el texto queda oscurecido por la falta de claves que nos ayuden a visualizar las referencias. Y digo que venía dispuesta a hacerlo, así, en pasado, porque una búsqueda en Google nos revela que el autor dedica algunas entradas de su blog (isolagnosis.blogspot.com.es), a desgranar el significado de sus poemas, incluso verso a verso. ¡Problema resuelto!


(También podemos encontrar una traducción al inglés de uno de ellos. Dice el autor, y lo copio porque me ha parecido sincero y divertido: “Me hace gracia porque siendo el original una especie de plagio a San Juan de la Cruz, ahora parece una imitación de Yeats”).


Bromas aparte, debo decir que, en principio, no estoy enteramente en contra de esta iniciativa: el texto (especialmente los primeros poemas del libro) se pueden prestar a ser compartido y comentado por lo filosófico de su contenido, por las preguntas que plantea. El blog me parece una apertura al diálogo y al intercambio de impresiones, una de esas ventajas que nos ofrecen las redes sociales y que debemos aprovechar. Pero quizás no es del todo acertada la manera: dar explicaciones sobre el contenido de los poemas, verso por verso; revelar las claves. Impera para mí la creencia de que en un poema sobran las explicaciones. No importa que el poema “no se entienda”: como indicó muy acertadamente Jaime Gil de Biedma, “entender un poema es una actitud absolutamente secundaria, porque si a uno le gusta el poema, a la larga acabará entendiéndolo”.


Me doy cuenta de que algo que he dicho antes parece entrar en contradicción con esto último. Al principio de esta entrada me quejaba de que la falta de referencias oscurecen el texto, y más adelante subrayo que no es necesario que el poema se entienda. Opino que el poeta debe ser capaz de conformar un equilibrio. No se trata de que luego se den claves sobre lo que se ha escrito para que se entienda: si acaso, las claves hay que darlas en el propio poema. Pero quizás se trate más bien de que lo que se escriba pueda llegar al mayor número de gente, o que tenga la suficiente sensibilidad y belleza como para que pueda gustar sin necesidad de comprender dichas referencias.


Aquellos que visiten ese blog, además de leer los comentarios del autor, podrán percibir que ciertas entradas se encuentran redactadas de una manera algo descuidada, dejando la impresión de haber sido redactadas deprisa y sin prestar mucha atención. Desgraciadamente, algo parecido ocurre con el libro impreso: hay multitud de erratas y alguna que otra falta de ortografía. Todos estos aspectos deberían cuidarse, porque el contenido de un poema es personal, pero el continente debe estar bien ideado, bien realizado y bien acabado (a no ser, por supuesto, que juguemos a la innovación, al neologismo y al sobrenombre). Todas las partes del proceso tienen su importancia.


En resumidas cuentas, hablamos al referirnos a Isolagnosis de una sensibilidad interesante, pero dispuesta en un formato que, a mi modo de ver, se podría mejorar. En cualquier caso, podéis leer los primeros poemas de la obra en este enlace que facilita el autor: http://issuu.com/edicionesenhuida/docs/isl


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