lunes, 10 de marzo de 2014

La zona muerta. Fragmento VII.



Humúnculo.


Una piedra es algo de lo que avergonzarse, algo que nos obstaculiza el camino. No digo que sea un accidente irresoluble, aunque puede serlo, digo que cómo mínimo es un lastre. Pero también puedo abrirte la cabeza con ella. Puedo darte un golpe y romper tu cabeza como un coco y también saldría agua. ¿O no saldría agua? Obtendríamos un líquido asqueroso de tu cabeza, eso seguro. No plantes una piedra en una maceta y no te molestes en regarla porque no va a germinar. No intentes inseminar una piedra, ni dejes que te insemine la piedra a ti, porque fruto de esa unión nacerá un monstruo sin rostro y ya no conocerás otra cosa más allá del miedo. Una piedra es más que una simple piedra, es un espacio simbólico, un lugar insensible, como un desierto, en el que todo es tremendamente difícil y aun así si te sigues acercando, puedo abrirte la cabeza con ella, no dudes ni por un segundo de que no te abriría la cabeza.  



La pauta de esta apurada situación de carácter universal es arquetípica: la heroína ha sido obligada a hacer algo o, como consecuencia de la pérdida del instinto, ha quedado atrapada en algo. Por regla general se ve imposibilitada de salir de una triste situación. Un juramento o la vergüenza la obligan a guardar el secreto. Y accede a hacerlo por miedo a perder el amor, la consideración o el sustento esencial. Para sellar ulteriormente el secreto se lanza una maldición contra la persona o las personas que se atrevan a revelarlo. Se amenaza a la mujer con algo terrible en caso de que alguna vez confiese el secreto.








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