Humúnculo.
Una piedra es algo de lo que avergonzarse, algo que nos
obstaculiza el camino. No digo que sea un accidente irresoluble, aunque puede
serlo, digo que cómo mínimo es un lastre. Pero también puedo abrirte la cabeza
con ella. Puedo darte un golpe y romper tu cabeza como un coco y también
saldría agua. ¿O no saldría agua? Obtendríamos un líquido asqueroso de tu
cabeza, eso seguro. No plantes una piedra en una maceta y no te molestes en
regarla porque no va a germinar. No intentes inseminar una piedra, ni dejes que
te insemine la piedra a ti, porque fruto de esa unión nacerá un monstruo sin
rostro y ya no conocerás otra cosa más allá del miedo. Una piedra es más que
una simple piedra, es un espacio simbólico, un lugar insensible, como un
desierto, en el que todo es tremendamente difícil y aun así si te sigues
acercando, puedo abrirte la cabeza con ella, no dudes ni por un segundo de que
no te abriría la cabeza.
La pauta de esta apurada situación de carácter universal es arquetípica: la heroína ha sido obligada a hacer algo o, como consecuencia de la pérdida del instinto, ha quedado atrapada en algo. Por regla general se ve imposibilitada de salir de una triste situación. Un juramento o la vergüenza la obligan a guardar el secreto. Y accede a hacerlo por miedo a perder el amor, la consideración o el sustento esencial. Para sellar ulteriormente el secreto se lanza una maldición contra la persona o las personas que se atrevan a revelarlo. Se amenaza a la mujer con algo terrible en caso de que alguna vez confiese el secreto.
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